Tulancingo no es únicamente un territorio, o una sucesión de casas y edificios asentados en un valle, una ciudad no se reduce a su forma física, una ciudad es también una forma de vivir, un conjunto de relaciones subjetivas que ocasionalmente aparecen como inexplicables… a menos que nos remitamos a la historia.

El nombre de las cosas siempre nos da señales para comprender la realidad, Tulancingo, o Tollantzinco es el lugar donde históricamente gobierna Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl, a su pueblo, antes de fundar Tula, capital tolteca por excelencia.

El sufijo Tzintli o Tzinco que literalmente significa trasero, en realidad denota nobleza o funciona como diminutivo, por lo tanto, Tulancingo lejos de significar detrás del tule, o la pequeña Tula significaría “la ciudad noble” y haría referencia a su papel como lugar donde se formó la toltequidad.

Los toltecas históricos fueron un pueblo de origen chichimeca y filiación náhuatl que se asentó en gran parte de lo que actualmente corresponde al territorio de Hidalgo, particularmente en Tulancingo y Tula, lugares donde recibieron la herencia de los pueblos teotihuacanos.

Bajo el gobierno del sacerdote “Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl”, a quien se le atribuía ser la encarnación de la divinidad representada por la serpiente emplumada.

El pueblo tolteca sistematizó todas las artes y alta cultura de los pueblos de Anáhuac, y se le atribuye ser un pueblo sabio de artistas.

Tras sufrir el engaño de Tezcatlipoca, ce acatl sale de su imperio junto a gran parte del pueblo que lo sigue, llegando a poblar incluso las costas del pacífico nicaragüense, la posterior decadencia del imperio tolteca se atribuye a una gran sequía; sin embargo, su legado permanecerá reivindicado por todos los pueblos llamados mesoamericanos, unificados en el legado de la toltecáyotl y la adoración a Quetzalcóatl.

En verdad eran sabios, los toltecas sus obras eran todas buenas, eran todas rectas, todas bien planeadas, todas maravillosas… Los toltecas eran muy ricos, eran felices.

Nunca tienen pobreza ni tristeza… Los toltecas eran experimentados.

Acostumbraban dialogar con su propio corazón[1] Para los pueblos del México antiguo “tolteca” significaba “artista”, aquel que hacía las cosas bien, con arte, y la toltequidad era la forma de referirse al conjunto de arte y alta cultura de los pueblos del Anáhuac.

La toltequidad, es decir la “forma de vivir” de los toltecas, de los virtuosos, de los artífices, no es algo que remita a la identidad étnica, más bien la toltequidad abarca una conjunto de elementos y una forma civilizada de vivir.

A pesar de la gran diversidad cultural del México antiguo, principalmente la gran variedad lingüística, los pueblos comparten rasgos fundamentales que expresan una misma cosmovisión, la comprensión de la totalidad cómo una realidad constituida a partir de la dualidad, de lo opuesto complementario, en donde todo lo existente no es más que la expresión de estas mismas fuerzas que mantienen la unidad de la existencia en la contradicción.

Con distintos nombres fueron nombradas las distintas fuerzas del universo, los europeos no comprendieron esta profunda cosmovisión y equivocadamente vieron un politeísmo hereje.

Las formas materiales de la cultura, principalmente el cultivo de la milpa y una alimentación basada en el maíz (regalo de los dioses) fueron sustento de la unidad cultural de lo que equivocadamente han llamado “mesoamérica”, los nahuas nombraban a estas tierras Cem Anáhuac y a la cultura “toltequidad”.

Los pueblos que llamamos Olmecas fueron los toltecas primigenios, los teotihuacanos fueron grandes sistematizadores de la toltequidad, pero será la figura de Ce Acátl Topiltzin la que terminé de darle forma y convertirse él mismo en símbolo del ser tolteca, los pueblos que vinieron después, heredaron esta toltequidad que actualmente persiste en las danzas, en los rituales, en las lenguas y filosofía de nuestros pueblos, en la gastronomía y en el chamanismo.

En el Valle de Tulancingo se encuentran vestigios de la grandeza tolteca a pesar de la destrucción sistemática que hizo la colonia y los malos gobiernos, en la zona arqueológica de Zazacuala, al sur de la ciudad, fue destruido el adoratorio principal dedicado a Quetzalcóatl en su advocación de Ehecatl, es decir, había un adoratorio circular similar al de Cuicuilco.

En Zapotlán, al oriente de la ciudad fue destruido el adoratorio para construir encima una iglesia “de las más antiguas de América Latina” según dicen En el occidente de Tulancingo, en el cerro de Tezontle de Jaltepec también hubo un adoratorio ya destruido cómo hoy siguen destruyendo el cerro.En la zona de Huapalcalco al norte de Tulancingo es donde mejor podemos recrear la grandeza antigua.

Al pie de unos acantilados está la pirámide principal, y existen otras ocultas en por tierra y vegetación, en los acantilados hay pinturas prehistóricas y en una de las cuevas de ahí mismo fue encontrada un hacha de más de 14mil años de antigüedad, evidenciándose la continuidad histórica y la conciencia de origen los toltecas se vinculaban con sus más antiguos antecesores.

Poco tiempo estuvo Ce Acátl en Huapalcalco, marchó hacia Tula para extender el imperio tolteca desde ahí, sin embargo, es Huapalcalli un lugar sagrado y sigue siendo de gran importancia simbólica para nosotros los pueblos del Anáhuac.

Tulancingo, es la “base”, el “asentamiento”, la ciudad venerable, el origen de la toltequidad.

[1] Códice Matrirense, citado por Miguel León Portilla: Toltecayotl, FCE, Pág. 29
Fragmento tomado de https://milancingo.home.blog/2019/12/23/tulancingo-origen-de-la-toltequidad/?fbclid=IwAR1p-zSOK_AFbvrlNSRXv0dNNjRNz4uENXlFgC9adm3OlI13h3JsSaD3tY4Autor: Ricardo Luqueño

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